Un pesebre hecho de escombros, en el que yace un niño Jesús arropado por una kufiya palestina, recibe a los feligreses de una de las iglesias en Belén.
La ciudad palestina, en la que los cristianos creen que nació Jesús de Nazaret, canceló este año los festejos navideños.
Ni abetos llenos de adornos ni decoraciones ornamentan sus calles o su famosa plaza del Pesebre. Tampoco hay turistas o peregrinos que paseen su espíritu navideño por uno de los lugares más sagrados para el cristianismo.
“Quién puede tener ganas de celebrar si estamos destrozados por las imágenes que vemos a diario de niños siendo sacados de los escombros de Gaza”, reconoce a BBC Mundo Munther Isaac, pastor de la Iglesia Evangélica Luterana de la Natividad de Belén.
Desde que su congregación instalara el pesebre, la imagen del niño Jesús abrigado con el pañuelo palestino ha circulado ampliamente por las redes sociales, y el padre Isaac se ha visto inundado de solicitudes de entrevistas.
“Queremos mandar un mensaje al mundo de que así es como se ve la Navidad en Gaza y en toda Palestina. Así es la Navidad en el lugar de nacimiento de Jesús: niños asesinados, casas destruidas y familias desplazadas”, afirma el clérigo.
Si Jesús volviera a nacer en nuestros días, lamenta el ministro luterano, «lo haría bajo los escombros de una casa en Gaza».
Cuna del cristianismo
En Palestina, cuna del cristianismo, viven unos 47.000 cristianos, según el último censo de la Oficina Central de Estadísticas Palestina, elaborado en 2017. La mayoría pertenecen a la Iglesia ortodoxa, aunque prácticamente todas las confesiones están representadas en los territorios palestinos. Los luteranos, credo al que pertenece Isaac, de 44 años, son poco más de 1.500.
Belén apenas tiene 30.000 habitantes, pero concentra más de medio centenar de iglesias e instituciones cristianas por su profunda importancia religiosa. Según los evangelios de Mateo y Lucas, que recogen los “relatos de la infancia” de Jesús, aquí es donde María y José, sus padres, viajaron desde Galilea y donde nació el que consideran su mesías.
La ciudad acoge a gran parte de la comunidad cristiana palestina de Cisjordania, junto con Jerusalén Este y Ramala, aunque también hay una pequeña comunidad en Gaza.
El pasado 19 de octubre, una de las iglesias en las que se está refugiando la congregación cristiana en la Franja, la de San Porfirio, fue alcanzada por un bombardeo israelí, que mató a 18 personas, entre ellos 9 niños, lo que demuestra, según el religioso, que “nadie está a salvo en Gaza, que cualquier sitio puede ser un objetivo”.
Munther Isaac está en contacto constante con la comunidad cristiana en Gaza, donde tiene amigos que viven instalados en el miedo: “Cada vez que los llamo me recuerdan que puede ser la última vez que hablemos, que ese puede ser su último día”.
“Es nuestra gente, son nuestros amigos, nuestros parientes, y la comunidad internacional sigue justificando esta matanza, racionalizándola para enviar el mensaje de que los niños palestinos no importan”, relata por teléfono desde Belén, donde es decano académico del Bethlehem Bible College.
Al menos 18.400 personas, entre ellos más de 7.700 niños, han muerto ya en la operación militar israelí en Gaza, según el ministerio de Sanidad de la Franja. Esta se inició el pasado 7 de octubre después del ataque de Hamás a varios pueblos del sur de Israel, en el que murieron unas 1.200 personas y 245 fueron secuestradas, según las autoridades del país.
Los heridos en Gaza alcanzan ya los 50.000, mientras que su sistema sanitario está al borde del colapso, sin apenas medicamentos, con hospitales saturados y personal sanitario viviendo en tiendas de campaña improvisadas con plástico a las puertas de los centros.
Refugio en las iglesias de Gaza
Unos 900 cristianos se han refugiado en las dos iglesias que quedan en Gaza, según el padre Isaac, la católica de la Sagrada Familia y la de San Porfirio, ortodoxa griega y donde se encuentra enterrado el que fuera obispo de Gaza en el siglo V y que da nombre al templo.
Ambas se encuentran en el centro de la Ciudad de Gaza, que ha sido intensamente bombardeada desde el inicio de la guerra y que es escenario de feroces combates entre milicianos de Hamás y las tropas israelíes.
Pese a que Israel ha pedido a los residentes que abandonen la zona, los cristianos refugiados en las iglesias se niegan. “Tienen miedo de que, si se marchan, nunca podrán volver. Si van a morir, dicen, moriremos en la iglesia juntos. Es un pensamiento muy triste”, reconoce el religioso.
La Franja contaba con una tercera congregación en torno a la Iglesia Baptista de Gaza, que acabó por abandonar este territorio palestino en 2008.
No es la primera vez que la pequeña comunidad cristiana de Gaza busca refugio en sus templos.
En pasadas guerras, la iglesia de San Porfirio y la de la Sagrada Familia han acogido a cientos de personas, cristianos y musulmanes, entre sus muros.
En esta ocasión, afirma Isaac, “los sacerdotes han sido muy conscientes desde el principio de que esta va a ser una guerra larga, por lo que llamaron inmediatamente a todos los cristianos a que se guarecieran en la iglesia”.
Incursiones militares en Belén
El conflicto en Gaza se siente también en Cisjordania, donde han aumentado los ataques de colonos israelíes contra la población. Desde el pasado 7 de octubre, más de 280 palestinos han muerto, entre ellos 63 niños, en ese territorio.
Belén, situada a apenas a una decena de kilómetros de Jerusalén, está rodeada de asentamientos israelíes, y sus habitantes también han sufrido el aumento de la tensión.
“Los colonos sienten que esta es su oportunidad porque, no solo la atención está centrada en Gaza, sino que nadie los responsabiliza ni los controla. Hacen lo que quieren y lo que pueden”, según el padre Munthar Isaac.
En los últimos dos meses se han incrementado las incursiones militares israelíes en Belén, y muchos vecinos tienen miedo de viajar entre localidades porque las carreteras están controladas por el ejército y es es donde los colonos suelen estar más activos, asegura el religioso.
La cuidad, que en Navidad suele experimentar su momento de más bullicio con la llegada de miles de cristianos que quieren visitar la Basílica de la Natividad, el templo cristiano que ha mantenido un uso continuado más antiguo del mundo, presenta estos días un aspecto muy distinto a otros años.
Cancelaciones
La plaza del Pesebre, frente a la Basílica de la Natividad, está prácticamente vacía, pese a las fechas.
Aquí es adonde tradicionalmente llegan los peregrinos desde Jerusalén, y donde la Navidad se festeja tres veces al año: el rito occidental inicia las celebraciones el 24 de diciembre, mientras que las iglesias ortodoxas lo hacen el 6 de enero y los armenios el 19 de enero.
Los hoteles, restaurantes, tiendas de recuerdos y las fábricas artesanales de figuritas y cruces de madera de olivo, que sirven de sustento económico a la mayoría de sus habitantes, están desiertos.
Desde el 7 de octubre, los hoteleros han recibido una cancelación tras otra, también de reservas para el año que viene, como relataba uno de ellos a la agencia Reuters.
Las plegarias, estos días, se centran en el fin de la guerra, aunque Munther Isaac reconoce que les cuesta mantener la esperanza:
“En nuestro pesebre, Jesús es nuestra esperanza, nuestra fe, no la guerra, ni el resto del mundo, ni los políticos. Hemos dado por perdido que la comunidad internacional venga en nuestra ayuda. Nos hemos dado cuenta de que nuestra esperanza descansa en nuestra unidad como pueblo. Este no es el momento de esperar un futuro mejor, este es el momento de desear y rezar por que esta